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Fue un duro aterrizaje con viento cruzado, rebotábamos de acá para allá, y pensaba: “Vaya, este tipo comprará la granja”. Pero no. Se enderezó enseguida, Y rozó el aterrizaje. Luego se abrió la puerta, y adivinen qué. Salió una chica. Sí. Una chica. Tengo nombre, lo juro. No lo sabía en ese entonces. Y esta criatura hermosa estaba entrando y pensé: “¿Qué voy a decir?”. Y recuerdo que mi abuela siempre decía: “Si Leroy Gordon Cooper tenía algo, es una sonrisa contagiosa”. ¿Ven? Así que me concentré y sonreí. ¿Saben qué pasó? No. Nada. Me pasó por al lado como si estuviese hecho de algodón de azúcar. Yo estaba ahí parado, con una sonrisa en la cara. En fin, así es la vida. Así que luego decidí que quería echar un último vistazo, y. ella me estaba mirando. Y ya era tarde, el sol se estaba ocultando, y Trudy. estaba bañada en oro. Ella me estaba mirando, y luego sonrió. Ella sonrió. Es decir, ojalá mi abuela hubiese podido ver eso. Así que la miré ahí mismo, y no podía apartar la mirada. No lo he hecho desde entonces. Realmente es importante, John. Una casa hace al hombre. Vaya, puede llevar un tiempo al estar en el ejército. ¿Aún vuelas? Ahora no. Volaba todas las semanas en San Diego, pero. Quiero competir en una carrera, una Powder Puff Derby transcontinental. Amelia Earhart, . Sí. Y Ruth Elder. Sí. La atacó un toro cuando aterrizó en ese campo. Sí. Un grupo de hombres intentó sabotear sus aviones, ¿sabías? No me cansaba de esas mujeres cuando era joven. Leía todo lo que podía. Quería ser la Charles Lindbergh mujer. No. La primera Trudy Coo. Sí, bueno. Bueno, deberías hacer el Derby. En unos años, tal vez. No podemos pagarlo sin el sueldo de piloto de Gordo. Y las distracciones no ayudan. Periodistas. Pareces manejarlo muy bien. Bueno. tenía práctica. ¿Se vuelve más fácil? Pero debes dejarlos entrar. Eso debe ser muy duro para ti. A nadie le importa una mujer tranquila. Parece que tienes cosas que decir. Sí. A veces no me importaría tener un hombre tranquilo para variar. Tuve que acostumbrarme a estar en televisión. Decir la misma historia una y otra vez. Siempre querrán el ángulo familiar.
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